miércoles, 21 de septiembre de 2011

¿Cómo dar el primer beso?

El primer beso es el más importante por que la mujer tomará eso como punto de referencia para juzgar si eres un buen amante o no. Por eso es que tu trabajo empieza aquí: Con el primer beso. Esto te ayudará para mantener una relación que va comenzando.

Reconozco que existen estilos diferentes y eso está muy bien. Pero algunas guías generales que te pueden ayudar son:

  • Menos es más – No dures horas y horas en el primer beso, no lo gastes todo de uno solo, ni mates la tensión. Dale un buen beso pero que no sea muy largo, de esa manera estará esperando el siguiente con ganas.
  • Bésala lentamente – aprovecha y disfruta cada instante del beso de manera controlada y tranquila. Si la pasión se desborda está bien, puedes aplicar mayor intensidad pero asegúrate de que ella esté cómoda.
  • Asegúrate de tener un aliento fresco. ¡Esto es clave! Cuidado si se te olvida. Mejor carga chicle en el bolsillo.
  • Juega con sus labios y con su lengua. Creo que este punto no necesita mucha explicación, pero nuevamente recuerda, se sutil. Menos es más. Habrá mejores momentos para besos más apa­sionados.
  • Cuando la beses, ¡no te quedes tieso como un tronco! Acaríciala, pasa tus manos por su espalda, su pelo, su cuello. Pero hazlo muy lentamente y con confianza, ¡a nadie le gusta que lo manoseen descuidadamente como en un beso de telenovela!
  • A las mujeres les gusta “ser tomadas”. Esto significa que les gusta que tú dirijas y que lo hagas con confianza. Por lo tanto siem­pre es bueno usar un brazo para abrazar su cintura o su espalda firmemente. No te excedas, ¡déjala respirar! Pero haz que se sienta protegida.

Luego del beso puedes acariciarla un poco si gustas, pero no cambies tu personalidad ni te conviertas en un completo terrón de azúcar. Continúa charlando, riendo y disfrutando de su compañía. Sólo porque han besado no quiere decir que son novios o pareja, ciertamente existe la posibilidad de llegar a eso pero por ahora se están conociendo y disfrutando de la compa­ñía del otro.

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